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Vivir de apariencias

'Había una vez un rey que no tenía hijos, pero deseaba tener un heredero que le sucediese en el trono. Un día puso un anuncio en el que invitaba a todos los jóvenes a llenar la solicitud para convertirse en hijo adoptivo de la familia real y en futuro heredero de la corona. El único requisito que debían cumplir los pretendientes era mostrar amor a Dios y al prójimo.

Un joven campesino vio el anuncio y pensó en que no tenía posibilidad de aplicar debido a los harapos que vestía. Entonces trabajó día y noche con el fin de tener el dinero suficiente para comprarse ropa nueva. Metido en su traje nuevo se dirigió al palacio, dispuesto a convertirse en el próximo heredero. En su camino se topó con un pobre mendigo que estaba titiritando de frío. El joven decidió darle su ropa y quedarse con sus viejos harapos, aunque esto significara perder su oportunidad frente al rey. Sin embargo, como ya había llegado allí, se acercó para echar un vistazo.

Al llegar al palacio, algunos cortesanos que esperaban en la entrada comenzaron a reírse de él, haciendo muestras de desprecio por su presencia. A pesar de la indumentaria lo hicieron pasar a ver al rey.

Nada más verlo, pensó que había algo que le resultaba muy familiar. No sabía lo que era, pero después de unos minutos se dio cuenta de que el rey llevaba la ropa que él le había regalado al viejo mendigo.

El rey bajo del trono y lo abrazó fuertemente diciéndole: '¡Bienvenido seas, hijo mío, tú serás mi heredero!"'.

Esta pequeña historia, me hace pensar que, a pesar de los trajes, las tarjetas de presentación, los títulos y todos los tesoros que hayamos guardado… el tiempo dejará al descubierto nuestros verdaderos valores, creencias, ideas y sentimientos. Es cierto que cuidar nuestra imagen es importante, pero ser auténticos y coherentes con quienes somos realmente, nos permitirá proyectar nuestra verdadera imagen hacia el mundo y los demás.

Hay personas que han usado tantos disfraces a lo largo de sus vidas, tratando de ganar la aprobación o el cariño de otros, que ya no pueden definir quiénes son en realidad.

¿Sabías que tenemos la responsabilidad y la posibilidad de hacer un inventario esencial de vida para poder conocernos y saber si queremos seguir actuando y viviendo como lo hemos hecho hasta ahora o si, por el contrario, queremos encontrar nuestro verdadero yo, cambiando el aspecto negativo para incorporar algunos hábitos y creencias mas positivas a nuestra vida?

Podemos descansar de la pesada armadura que usamos cada día para protegernos de los comentarios, las actitudes y las acciones negativas de otras personas; de la misma que vestimos para defendernos de cualquier peligro que suponemos se nos pueda presentar en el futuro, o la que cargamos para prevenir que nos vuelvan a traicionar, a abandonar o a maltratar como en el pasado. Tomemos la decisión de superar todo aquello que emocionalmente nos sigue afectando negativamente para ser, ¡por fin!, nosotros mismos.

Aprendamos a vivir el presente sin la carga del resentimiento por los recuerdos dolorosos y negativos, sin el temor por los comentarios pesimistas de otros frente al futuro.

Seamos auténticos, aun con el riesgo de no gustar o de no ser aprobados por los demás. Conocer nuestras capacidades y limitaciones nos permitirá aceptarnos y trabajar en nosotros mismos para fortalecer las primeras y superar las segundas; sólo así podremos sentirnos a gusto con nosotros mismos.

Para ser auténticos

Deja de Aparentar. Sé tu mismo, evita actuar o expresarte como lo hacen otras personas. Acéptate tal cual eres, encuentra tu propio estilo y siéntete confiado de mostrarte a los demás con naturalidad.

Sé el mismo en todo lugar. Hay personas que cambian su comportamiento de acuerdo a las situaciones o los lugares donde se encuentran. Procura actuar de la misma manera, impulsado por los mismos valores en todo momento.

Hazte mejor persona. Cambia aquellas cosas que no te gustan de ti. Mejora tu imagen cuidando un poco más de tu cuerpo y tu salud. Llena tu mente de pensamientos más positivos y optimistas. Recupera y alimenta el entusiasmo por la vida.

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